- No reprimir, sino gobernar:
- No se trata de “matar” la emoción o fingir que no existe.
- La clave es educarse emocionalmente: reconocer la emoción, comprenderla y decidir cómo expresarla de manera que no destruya, sino que construya.
- Lo externo vs lo interno:
- No siempre puedes controlar las injusticias, abusos o hechos externos.
- Pero sí puedes controlar tu reacción interna: ahí nace la verdadera libertad emocional.
- El papel de la ira:
- La ira nunca surge de la nada: siempre tiene un motivo, aunque no siempre sea un buen motivo.
- Puede ser un arranque impulsivo (desde la amígdala, sin filtro racional).
- O puede ser una ira calculada, alimentada por pensamientos prolongados de injusticia, ultraje o deseos de venganza (ahí interviene la corteza).
- El atractivo de la ira:
- A diferencia de la tristeza, la ira da energía, un sentimiento de fuerza y hasta de “justificación moral”.
- Esa sensación la vuelve seductora: la mente fabrica argumentos convincentes para estallar, generando la ilusión de que “soltarlo todo” es liberador.
- El mito de la catarsis:
- Goleman explica que “desahogarse con ira” (gritar, golpear, descargar con violencia) no calma realmente, sino que alimenta el circuito de la ira, reforzando esa vía emocional y volviéndola más fácil de activar en el futuro.
- En otras palabras: dar rienda suelta a la ira, no la vacía, la entrena.
La clave es educarse emocionalmente: reconocer la emoción, comprenderla y decidir cómo expresarla de manera que no destruya, sino que construya.
Lo externo vs lo interno:
No siempre puedes controlar las injusticias, abusos o hechos externos.
Pero sí puedes controlar tu reacción interna: ahí nace la verdadera libertad emocional.
El papel de la ira:
La ira nunca surge de la nada: siempre tiene un motivo, aunque no siempre sea un buen motivo.
Puede ser un arranque impulsivo (desde la amígdala, sin filtro racional).
O puede ser una ira calculada, alimentada por pensamientos prolongados de injusticia, ultraje o deseos de venganza (ahí interviene la corteza).
El atractivo de la ira:
A diferencia de la tristeza, la ira da energía, un sentimiento de fuerza y hasta de “justificación moral”.
Esa sensación la vuelve seductora: la mente fabrica argumentos convincentes para estallar, generando la ilusión de que “soltarlo todo” es liberador.
El mito de la catarsis:
Goleman explica que “desahogarse con ira” (gritar, golpear, descargar con violencia) no calma realmente, sino que alimenta el circuito de la ira, reforzando esa vía emocional y volviéndola más fácil de activar en el futuro.
En otras palabras: dar rienda suelta a la ira, no la vacía, la entrena.
La ira nunca carece de motivo, pero rara vez es un buen motivo. Gobernarla es aprender a transformar su energía en conciencia y acción constructiva, en lugar de caer en su poder seductor. No reprimir, sino gobernar.
Fuente: Marissa Navarrete A.